viernes, 24 de julio de 2009

Anotaciones sobre el plan(o) de la Re-forma (5)

Y entonces llegando un poco más allá, más allá de Díolo, y más allá de todo este plan, se puede encontrar una nueva forma fuera del caos. Imaginemos un cuadrado circunscrito en un círculo, y un círculo circunscrito dentro de un triángulo. Díganme cuál sería la forma que sigue al triángulo, y si nosotros, habiendo previamente acordando un cierre en la circularidad de la palabra Díolo, seguiremos por mucho tiempo ocupando la figura central. Estamos apegados comúnmente a este número cinco. Díganme qué pasa con el seis. Díganme qué pasa con el mi.
Dejando de lado todas estas coordenadas, podemos aceptar que después de una re-forma puede llegar lo que deviene “mi” forma, el sentido de la propiedad individual, y que al final de esta escalera nos podemos encontrar con el “si”, el “si” que confirma o el que duda de la forma completa o total. Nunca final. Ese encuentro del “si” en la escalera es como llegar al piso de los contratos o matrimonios de la forma. Llegamos al piso de las formalidades. Y ello nos lleva a asentar (si es interno) o a dudar (si es externo). Es tan solo eso. Tiene algo que ver, aunque parezca simplista en apariencias, con “lo que se hace de corazón” y “lo que no”. Es algo tan fácil y simple como eso lo que nos hace llegar al “si” verdadero. Y si llegamos hasta ese piso sin dudar, entonces será fácil comenzar a reconocer pronto nuevos planos de la creación y del caos informe que generan sin cese alrededor del triángulo.

martes, 21 de julio de 2009

Anotaciones sobre Dionisio y lo que queda fuera de la forma (4)

Se podría decir que la sociedad en cuanto a grupo tiende a buscar lo apolíneo, y que lo dionisíaco nace dentro de ella en forma de pequeños grupos aislados que se quedan al margen o que son rechazados de la gran estructura global preestablecida. Lo dionisíaco se vería tal vez como una forma de sarpullido de la ley social, como una especie de perversión nacida de los bajos fondos. Y eso puede pasar cuando lo apolíneo y lo dionisíaco no están bien integrados dentro de un mismo grupo, dentro de un mismo cuerpo, dentro de una misma entidad. Cuando se vedan o se rechazan ciertos aspectos indefinibles provinentes de la misma naturaleza del ser, se provoca y se promueve un incremento en la fabricación de monstruos, esos monstruos que no son más que verdades enterradas en la sombra. Porque como bien sabemos, en cuanto el monstruo sale a la luz y nos muestra sus garras, sus pelos y sus zarpas, deja de ser monstruo, y deja de ser algo ajeno al grupo social. Se convierte así en sujeto de la luz, en un hijo de Apolo un tanto más aceptable y en objeto de reinserción. Pero el secreto seria no llegar hasta el punto de los gethos ni de las fábricas, ni hasta el punto en que llegamos a hablar de reinserción. El secreto estaría en poder hablar de ambos como piedras de un mismo saco. Creo que este concepto se está promoviendo cada vez más, pero quizás se entiende de una manera errónea, o no se acaba de entender bien. Lo que se hace es que se señala al monstruo y se lo muestra a la sociedad, y luego se dice: - Observad, lo estamos reinsertando. Y de esta forma, se aprecia la voluntad de un cambio pero se sigue disociando entre un lado y otro. También supongo que esta forma nueva de integrar hablando de los dichos compartimentos es un paso previo a la siguiente aceptación de una unidad. Así lo espero. Y si no lo remarco. Sé también que es difícil mantener ese punto fijo de la visión de unidad después de tantos siglos de historia. Pero sólo lo digo como nota de observación. Como anotación. Creo que el amontonamiento es un error. Y que más vale no cargarse tanto de falso papeleo, de falsa infraestructura, y hacer un esfuerzo más sutil y más interno, que comienza en el reenfoque. Un simple ser consciente de lo que está pasando. En cada lugar y a nuestro alrededor. Y hacer una pequeña anotación. O aportar una nueva palabra. O configurar una nueva imagen. Tan solo eso puede darle al monstruo su nueva condición. Su nueva condición de ser humano, de ser humano tan lejos de la imagen de la perfección formal. Sé que si hablamos de Apolo en cuanto a luz, y acogemos la luz en cuanto a fotografía, el primer instinto es cazar y congelar, amontonando, edificando, esculpiendo un montón de cuerpos que lucen su mejor tiempo y estatus social. Pero todo ese mecanismo tiene que formar sólo parte de la historia, de la memoria colectiva, y no de una obsesión del presente. El presente es algo mucho más cercano al ir y venir entre sombras de Dionisio, que se deja llevar por el instinto, y no se olvida de buscar el placer en cada uno de los rincones. El placer no es oscuro si se lo lleva a la luz. Todo ese "Valle de Sombras", no es nada más que un amalgama de aspectos de la vergüenza del ser humano. Esa vergüenza que obliga a llevar lo humano a un rincón y a congelar vanagloriando lo tan poco humano, la ciencia ficción, lo artificial. Está bien ser conscientes de los momentos de luz, pero también serlo de los que no lo son, para poder así, en lugar y más allá de intercambiarlos, hacer de ellos una misma palabra, un nuevo concepto. Algo así como, "La informalidad de la forma". Algo así como, "Recuperando la verdad de Apolísio", o "El reencuentro del verdadero origen de Díolo y su eterno retorno".

lunes, 20 de julio de 2009

Anotaciones sobre el hemisferio izquierdo (3)

Y precisamente porque lo informe es informe es difícil de asimilar por la cuadratura mental, y difícil de cambiar por ese énfasis de ángulos y rectas y hasta curvas perfectas. La formalidad de esos ángulos sería comparable a algo así como lo Apolíneo, y el amasijo cambiante de lo informe estaría más cerca de lo Dionisíaco. Sabemos que estos dos aspectos llevan ya largo tiempo confrontados, por no decir tanto tiempo como lleva el hombre en pie, este hombre de dos manos y dos pies, dos ojos y dos piernas dos brazos dos pulmones dos riñones dos ovarios dos testículos, una nalga partida en dos y en la cabeza un cerebro partido en dos. Claro sabemos que la lucha es evidente. Así la lucha como el amor. Pues o se ignoran o se aman eternamente. El hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. El izquierdo (así en lo lunar, así en lo femenino, así en lo rojo, así en Dionisio) tiene la particularidad de ser el que causa mayor desconfianza, precisamente porque su forma no es clara, a veces se esconde, y cambia a una regularidad constante. El hemisferio izquierdo es huidizo y se puede asociar a una fiera que domar. El hemisferio derecho siempre mantiene los rieles de su carro solar bien sujetos y lo dirige con mucha seguridad y buenos modales. Parece que uno intenta sabotear al otro, aunque en realidad sólo intentan simplemente existir, o cohabitar. Parece que la mala fama siempre es de lo que no se presenta como nada, parece que la mala fama está más cerca de lo que se acerca a la muerte simplemente por correr el riesgo de lo que supone vivir, parece que la mala fama siempre se la lleva el que apuesta ¿más fuerte? No sé decir si se trata de fuerza pero sí de valor. En realidad los dos son fuertes si se proponen un reto. Y se dan la mano cuando firman un contrato. Un contrato que supone asumir una cierta responsabilidad. Y eso está bien si no se queda sólo en Apolo, en la forma, sino mientras se es consciente de que dentro de esa forma hay un sinfín de informalidades y terremotos de lava latentes y que son aceptables, y que a raíz de ellos, la fisonomía del lugar, del contrato o del paisaje, puede y debe cambiar. Firmar este tipo de contratos significa ser consciente de la realidad, y aceptar que ni las personas ni los pájaros nacen para ser encerrados, sino que nacen para recorrer su camino informe.

viernes, 17 de julio de 2009

Anotaciones sobre el camino informe (2)

Entonces, si como dijimos antes, la libertad no tiene nada que ver con la forma de algo, pero sí con la movilidad que hay dentro y fuera de ella, podemos decir que se acerca más a la aventura de recorrer un camino informe. El camino es informe cuando es difícil de definir, cuando es imprevisible, o cuando no deja de moverse. No deja de moverse porque cambia de forma. O cambia de forma porque no deja de moverse. El origen del camino informe está en la inquietud. Y la inquietud es el primer motor que enciende la posibilidad de recorrer verdaderamente un camino, con unos pies propios y no prestados. El que recorre los caminos de la forma, nunca lo recorre con sus propios pies, sino que lo hace con los zapatos de otro. El camino de la forma, por decir algo, es un camino de segunda mano. Y un camino de segunda mano que no da pie al revisionismo, ni a realizar acciones al estilo del “objet trouvé”, porque sólo deja la opción de recorrer el camino tal y cómo lo recorrieron los zapatos del otro. A la manera de la suela idéntica, cual plagio o como simple imitación, a la manera del fiel falsificador metódico y profesionalizado, funcionario mercantil tal vez. Los caminos de esta índole ya dejan de llamarse caminos, y se convierten, “nomenclaturalmente”, en raíles. Los que recorren los caminos de la forma, los dichos raíles, son personajes que se suben al tren. Y una vez subidos cada uno en su vagón, habiendo olvidado ya la sensación que se tiene al andar con un zapato de primera mano, se dedican a vagar continuamente por los camarotes, circulando del bar a los aseos, de los aseos a la butaca, de la butaca al pasillo siguiente, del pasillo a la litera de la número 3. Y encerrados en ese circular, olvidan que ese tren los llevaban a esa alguna parte, esa alguna parte que ellos andaban buscando días o años atrás. En cierta manera eso tiene un tono de aceptación, de involucrarse con el medio, de armonía simpática con el alrededor. Pero de otra es una pura aniquilación de la conciencia, y eso ya es más peligroso (peligroso para esta especie que un día dijo cogito, ergo sum). Entonces, llegados a este punto, es cuando leemos el periódico y anotamos algo así como la media de ¿una muerte bajo el ferrocarril, metro o tren a la semana? Sea dicho que cuanto más se tarda en recordar la sensación de los zapatos de primera mano, más cuesta que la horma de nuestros pies ya cuadrados accedan a los placeres del calzado informe. Una vez entretenidos demasiado tiempo en las alturas del tren, olvidamos el suelo, olvidamos la tierra y el mar, olvidamos que nuestros pies tuvieron dedos algún día, y también que nos permitieron andar, y con menos facilidad, pero con logro, nadar. Nadando aprendimos los mayores retos que nos propuso la ley del camino informe (dadas las propiedades intrínsecas del agua, que se alejan por apariencia al estatismo seguro de la tierra). Si les dijera que la inmovilidad de la tierra es mentira, como lo es la movilidad del mar, podría decirles que es mentira también la seguridad de la forma y que también lo es la inestabilidad del camino informe. Supongo que aquí hablamos de ese problema de raíz. De esa cuestión tan vieja y tan ardua de asimilar, que trata sobre la importancia de todo lo que no se ve. Y no como frase de cursilería, de loca caballería, o de ciencia paranormal, sino como frase de asimilación y aceptación, y también de honestidad. Algo tan fácil como ser conscientes de lo que somos y de lo que tenemos, algo tan fácil como ser conscientes de todo lo que podemos dar. Mucho más lejos estamos de lo que se llega a ser en el oficio de acumular medallas sobre las vías del tren. Mucho más cerca está, nuestra vieja esencia, nuestra oculta voluntad, de recorrer, con o sin zapatos, las visicitudes imprevistas y nobles del camino informe.

sábado, 11 de julio de 2009

Anotaciones sobre la forma (1)

La libertad no tiene nada que ver con la forma de algo. Tiene que ver con la movilidad que hay dentro de la forma, y fuera de ella. Así, la libertad o el avance no tienen nada que ver con crear una ley nueva, una nueva ley basada en los mismos principios de base que la anterior, pues de esta forma, lo único que se hace es crear otra nueva forma, otra nueva forma estática e inmóvil. La forma da la seguridad de la aprobación. La forma es como un título, como un galón, como una etiqueta que ayuda a clasificar en medio del caos. El problema que suele tener eso de la etiqueta, es que detrás de ella, detrás de cada una de ellas (todas con distintas nomenclaturas y estatus posibles), acaba escondiéndose una única masa idéntica para todas ellas. El problema de este sistema estructural de títulos y galones, de falsas seguridades y nomenclaturas con el que intercambiamos sonrisas y afirmaciones, es que condena a la automatización de todo aquello que se acaba escondiendo detrás de su máscara. Pero lo más curioso es eso, que no sólo son lo mismo todas las cosas que se esconden detrás de una forma determinada, sino que lo son también, todas las demás. El estatismo de la forma condena a todos y todas por igual. Eso que queda detrás de todas las formas distintas, es un mismo amalgama de sumisión insípida y pre-programada, una especie de previsión de todos los movimientos posibles, una mala jugada para un cerebro que no se va a poder ya mover más allá de los límites de cierta forma. Realmente, la libertad de avance en una sociedad tiene mucho menos que ver con las nuevas leyes que se van adquiriendo con el tiempo, si es que estas no varían en su raíz. Ir cambiando la etiqueta a una ley que esconde la misma forma no es renovación: es puro papeleo, puro mareo, puro juego de manos, con el que se trata de despistar y esconder el origen de la verdadera bolita que se escapa y que sólo existe bajo uno de los cubos. ¿Me quieren decir entonces, si la bolita es la esencia de nuestra sociedad, bajo cuál de los tres cubos se encuentra? Y si la libertad es uno de los mayores dones otorgados al hombre, ¿será entonces el de la sociedad quitar la libertad al hombre? Yo todavía no me creo eso. Apostaría más por afirmar que todavía se trata de una mala gestión y de una sobreabundancia de miedo. También observo que el juego de las etiquetas y el juego de esconder la bolita, (y el juego de la sobreproducción de "nuevas" leyes), confunde y amplifica la sensación de miedo, (la sensación de crisis, si quieren también), y que todo esto, perdonen que discrepe, no tiene nada que ver con el origen ni voluntad del verdadero hombre (verdadero hombre o verdadera mujer, es lo mismo). Que si masculino que si femenino, que si blanco o negro, que si público o privado, que si este u oeste; el interés de estos términos se pierde cuando la conversación o el debate se estanca en las etiquetas que los bautizan o se entretienen en nimiedades. Díganme entonces, porqué se pierde tanto tiempo en darle vueltas a la misma cosa, sin apenas cambiar absolutamente nada. Díganme si alguien les cubrió los ojos de legañas, o si encontraron demasiados "velos de maya", o si cayeron en la rutina y en la obviedad cerrada de la forma. Si todavía recuerdan aquel mito que aportó Platón, y todavía no lo han convertido en un dato. Si todavía se muerden los labios cada vez, que alguna formalidad ya dicha, se les escapa.

viernes, 10 de julio de 2009

Acordes armónicos del Se De Ha (sentir,decir,hacer)

Comiendo globos inflables, después de cenar. Desayunadas las once, se buscan. Se van. Se pierden entre la gente. Y van más allá. Más allá de las tres. Más allá del mar. Del mar de preguntas que explota en medio de la ciudad que flota. Más allá del mar de posibles encuentros. Más allá del posible mar de hazañas posibles que emprender. Se reprende la hoguera y se dice: - “Qué más.” Vamos allá. Más allá de las tres. Más allá del mar. Más allá del rincón de los muertos que dejamos atrás. Más allá de todas las circunstancias que nos hicieron refrenar. Más allá de todo aquello que nos cortó la digestión alguna vez. Porque ya estamos, de vuelta y de pie, despedidos de los lastres aquellos que olían tan mal, despedidos de esas tontas esquinas anonadadas y enmohecidas de cal, despedidos de nuestros riesgos reconducidos y cortos de margen, amordazados o amputados tal vez, alguna vez. Y entonces estamos, aquí para siempre y por nunca más, para decir lo que vinimos a decir, para sentir más, para decir sin toser ni mentir, para decir y salir. Ya.

lunes, 6 de julio de 2009

Ranas que se salen, esperando entrar

Restos de alcachofa sin sal, se pegan en la almohada. Y ya no hay qué decir. Pues se salen las ranas. Cruzan, de un lago al otro del estómago, y se dicen, no es mentira, ya. Se conocen de manera extraña, y se dicen, demasiada verdad. Demasiada verdad que tumba en la almohada. Demasiada verdad mecida a un lento compás. Demasiadas colas y persianas. Como se funde, lento, la entrada del portal.

viernes, 3 de julio de 2009

La libertad de los pueblos en una esquina (ya no hay más que tres)

La libertad de los pueblos en una esquina. Porque se sienten caminar como una plancha delgada. Delgada como una onza de pan. Y necesitan tenedores para comerse más. Porque les faltan galones para soñar. Les faltan, miembros y estampas, bocinas y un collar. Les faltan súplicas enarboladas, rupestres y simples como un silbar. Les faltan, tenedores de plata, y muchos, muchos más. Comedores alzados en las estrellas, comedores con más de una receta que probar. Comedores y salas para hablar. Oficinas y talleres que no se vendan más. Jardines y trenes para soñar. Enarboladas banderas, chapitas que ya no vendan mucho más. Silencio, de estatua cruda, de esquina del revés. De universo que se muerde la cola, y se quita de en medio tras las tres. Porque se rasca sin prisa tras el rumor de la almohada, y se queda dormido si hace falta tras las tres. Porque ya no hay más prisa que valga, ya no hay más que tres.

jueves, 2 de julio de 2009

Crónica de la gran ciudad (B)

Crónica de la gran ciudad que arde, se mueve y se mece en su eterno compás. Una mujer de avanzada edad me dice que las generaciones de ahora son más guapas, más altas, más inteligentes. Pondré a la mujer en mi nuevo pedestal de miradas del mundo, y le diré desde aquí que ya era hora de escuchar, en medio de la furia y del calor, ese ancho agradecimiento a la madre tierra. Al fin y al cabo ella nos da y ella nos acoge, y por mucho alboroto que hayamos provocado, ella, en un instante, nos puede perdonar. Y puede volver a vernos con le regard nouveau de una anciana que ya no acaba de empezar, pero sabe y sostiene el esfuerzo y el peso que vale el proceso de una evolución. No hay nada como estar, en medio del ajo, no hay nada como un tranquilo mirar de frente, como un ser lúcido en medio del compás.

miércoles, 1 de julio de 2009

SinSalNiMar (Ramificaciones y agujas cerca del portal)

En la mañana me extiendo a más de una manzana,
a más de una del portal.
Los aguijones se escudan en su propia cuadra.
(Ya nadie más los verá cruzar).
Hay remesas y callejones,
y muchas tratas que olvidar.
Pero la ciudad se abre en su propia sal.
(Sin olvidarse que esconde un inmenso mar).