Me tocasteis los sueños,
primero os intenté salvar,
luego os intenté matar,
luego me sentí pueril
y luego os dejé pasar
de nuevo.
Tenía las manos
llenas de ceniza o polvo
y sin nada de sangre,
vosotros erais finos
y suplicantes.
Os repetí con palabras,
dejad que duerma.
Os gusta entrar
por las esquinas
y molestar,
os gusta hablar
sin cesar,
os gusta mirar.
A mí me gusta
dormir en paz
y sobretodo
saber que sueño
sin falta
todas las noches.
Desde ese lugar
caerán las cortinas,
nacerán los arbustos,
correrán las aguas,
brillará la luz cegadora,
y la tierra será fértil
cómo lo es el mar.
Desde ese lugar
podréis tocar
lo que toco
y escuchar lo que digo,
desde ese lugar
podré comer lo que coméis,
sentir lo que estáis sintiendo.
Desde ese lugar
volveremos a empezar
este juego interestelar.