Vivíamos muy lejos de aquí,
viajábamos muy rápido,
y lo que es vivir era otra cosa.
Quizás era más parecido a existir,
y no es porque no viviéramos,
sino porque aquí vivir es sinónimo
de pesadez, lentitud y esfuerzo.
Aquí viviendo hasta los olores
se vuelven lentos y se mezclan
y pueden provocar vómitos.
Aquí nada es directo,
todo va por carreteras secundarias,
aquí se enganchan restos de tierra
ensangrentada y sudor sobre la tierra,
aquí se tose, se estornuda y todo es
intenso y pueril como las cloacas,
aunque se trate de sexo o de poesía,
aunque se trate de filosofía, libros
o belleza envasada y sublimada,
aquí todo paga su peaje de estanque,
su coordenada, su eslabón, su encaje;
su penitencia.
Aquí no es tan fácil ser lo que se es
aunque uno lo repita a su cuerpo
cada mañana, aunque uno lo escriba,
lo dibuje o lo cante, aquí no es fácil
ser lo que éramos cuando existíamos
y vivíamos, muy lejos de aquí.