Y cómo.
No pedir nada más de lo “pedible”.
No “pedigüeñar” lo que se ama a sorbos.
No turbarse el ánimo cuando la bebida se escapa,
rebosa continentes y huye de los márgenes,
explota, grita y golpea las paredes,
se dispone a ser otra,
se dispone a convertirse en toxicidad,
se dispone a repetir alcantarillas,
a encontrar seres subterráneos
y dorados, a mermar,
sólo después de la catástrofe,
a arrodillarse,
sólo después de haber cedido,
sólo después de haber robado el alma
y la piel del lobo a la luna,
sólo después de haber
olido la profundidad,
lamido la tierra,
mordido los huesos
y rebañado las esquinas calcáreas,
después de haber vomitado el deber.
Y cómo no.
Cómo no entregarnos como esclavos.
Cómo no caer a cuatro patas.
Cómo no dejarnos tragar por el agua.
Y cómo.
No desear resucitar.