Y si quedarse encerrado
en un mar de niebla
no fuera tanto.
Y si tener los tímpanos a rebentar
tampoco fuera para tanto.
Y si sentir que uno no puede
soportar más la presión
ya no fuera cierto.
Si decidimos que toda amenza externa
se queda a un lado.
Si decidimos que todo aquello
no va con nosotros.
Si decidimos que todos los gritos
pueden oírse a lo lejos
en vez de dentro.
Es cuando el manto ya no es manto
sino montaña desterrada.
Es cuando queda mucho menos
para poder remprender
nuestro camino propio.
Es cuando falta mucho menos
para crecer y cerrar otra puerta
tras nosotros.
Es cuando por fin volvemos
a poder decir I breathe.