martes, 11 de enero de 2011

Los humos del poso se han quedado sin quién hablar

Ya no me podré esconder
tras un millón de cigarros
y tres tazas de café.
Miraré Coffee and Cigarettes
una y otra vez
si quiero recordar lo que era.
Llamaré a Jim Jarmusch
tres veces al año
para que me cuente el qué.
Me pareció imposible
crecer sin mis dos banderas,
sin la torre de humo, sin el poso.
Me resultó imposible
trazar una sola tarde en sociedad
sin mis dos armas de pensar,
sin mis dos huellas
con qué cubrir la soledad
y la vergüenza de estar creciendo.
Parecía que mi conocimiento
del mundo aumentaba cada vez
que sorbía un pedacito
de esas dos almas en vilo,
de esas dos arpías del vicio,
de esas dos maestras del poder.
Ya no me podré esconder
de nada en este mundo,
a menos que me compre un abanico.