jueves, 26 de febrero de 2009

Los siete magníficos (no más circo y pan)

Tenemos un arma afilada,
una arma de doble filo,
una arma que nos nace
del órgano central.
Desde este órgano
que late sin cese,
así como el mar,
podremos dibujar
las huellas en la tierra,
cavando hondo,
del principio
hasta el final.
Y encontraremos
un lugar
por el que luchar,
escudados hasta las tripas,
deseosos de ver,
de ver siempre más.
Ya nunca más
“hombres de hojalata”,
ya no más leones
que han perdido
una batalla más.
Nada de más,
nada de miedo,
nada más
de circo y pan.
Decidiremos,
esta vez,
uno a uno
y todos a la vez.
Regresaremos,
(vivos),
a ese lugar perdido
y (re)vuelto
por el que luchar.
Magníficamente unidos,
y resueltamente en paz.

miércoles, 25 de febrero de 2009

De vuelta en la pared del rincón

Si te conviertes en mástil y no gritas,
no tienes más que hablar.
Tienes que hablar.
Si la presión te atormenta
como un tímpano que da vueltas
a tu alrededor, estarás,
cien veces más de vuelta.
De vuelta en la pared del rincón.
No des más concesiones.
Las tormentas son mareas
de otro lugar.

martes, 24 de febrero de 2009

A.M. (22/02/09)

Desde cuando el oleaje no infunde sus armas, sus armas termitas, sus armas fértiles y huracanadas, su viejo mástil de hierro y sal. Desde cuando el oleaje no infunde el poder, el poder de las alas del mar. Desde cuando ya no somos “hijos de la mar”, esos eternos hijos que fuimos siempre hijos de ti. Si la mar es nuestro seno, la tierra nos permite caminar. Pero recordemos siempre, siempre somos, siempre fuimos y seremos esos “hijos de la mar”. Los que empuñan y se encuentran exiliados o en combate y tan “casi desnudos” al final, desterrados y sin cargas y por fin “ligeros de equipaje”, siempre alertas, una vez más.

viernes, 20 de febrero de 2009

Juramento y zozobra

No tengo hermanos, ni tengo nombre, pero estoy hecha de sal de mar. No tengo manos, ni mucha hambre, pero me espero mil veces antes de naufragar. Tengo un bote que me salva siete vidas antes de zozobrar, y respiro hasta diez siempre que quiero recobrar la paz. No tengo juramentos de antemano, pero te pido la mano cada noche, y te respondo dentro de mi cal. No tengo dudas pero sí muchas ansias de vivir más (y también muchas otras de que me dejen ya). Échame al mar, deprisa, échame al mar, con todas mis ansias, mis minas, mi velo y mi chispa me dejen respirar.

miércoles, 18 de febrero de 2009

El secuestro de la miel

Y nada. Almorzar y subir. Troceando estos trozos de hiel. Trasladando estos trozos de éter constatado desde la espalda. Dados y dados y nada más. Unos números más. Y algo más que sale de dentro o de la espalda. Quién lo dijo. El mareante tal vez. El traficante de olas manejadas por las gaviotas. El traficante de peces que pescaba barcos y avionetas tal vez. El comerciante del que une las horas y los estados pendientes. Las jaleas. Y esa oscura realeza. Y esa miel. Un segundo más.

martes, 17 de febrero de 2009

La creación subterránea

Hay barcos que zarpan y otros que desembarcan
y miles de gatos que arañan antes de salir,
porque el mar los tiene ciegos de sed y de promesas líquidas
que se escurren entre las uñas o se sueltan, y se van.
Quiero decir que este mal marea, más que el mar.
Y nos tiene sin leyes, pero nos crea, más que el mal.
Nos protege y nos lleva de viaje, una vez más,
nos embarca en la fiebre del tierno navegar,
des del ombligo hasta el fin del mar.

lunes, 16 de febrero de 2009

La Vía Láctea, camino de la imperfección

Camino de la leche,
Hércules sorprendió a su “madre”,
y a ella se le fue de las manos.
Alcmena por Hera,
y Zeus entre dos serpientes.
Quién supiera el derramar furioso
de La Vía Láctea,
para atestiguar el nacimiento
de la imperfección.
Entre leches y estrellas,
mortales y confusión,
(y Dioses en carne viva),
observamos que el ciclo
se tornó un ciclón.

viernes, 13 de febrero de 2009

Volare

Hasta cuando se pierde la gravedad que se pierde si nos dejamos sentir el peso y cedemos, una vez más, a los menesteres rotundos de esta tierra santa. Y si silbamos aún, así como los lobos llaman al sultán de la manada. Si corremos y gritamos o cantamos sin más, ciento un vicios de la humanidad anclada, anclada en su propia causa de ser que vive y evoluciona. Y así perder, seguir perdiendo el peso de esta gravedad constante que nos lleva a seguir buscando ese contrabajo que se quedó en la sombra. Para salir.

jueves, 12 de febrero de 2009

Los pájaros cambian su vuelo en un “un, dos, tres”.

La plaza está llena de niños que corren, de padres que hablan, de perros que olfatean, de pájaros que vuelan. Hay balones que circulan de una punta a otra de la plaza, y que traspasan el límite a veces. Otros niños pintan el suelo con tizas de colores, y alguien fuma en alguna esquina. La virgen los vigila desde la cima de la bóveda. Y el cielo se torna gris, y baja la presión atmosférica. Todos ellos se crispan. Los niños corren más rápido, los padres hablan más, los pájaros vuelan más bajo y los perros comienzan a ladrar. La plaza cambia su tono en un instante. La plaza va del “la” al “do” en un chasquido, en un “un, dos, tres”. Y no hay nada de sorprendente en eso. Es algo que pasa todos los días, y pasa en todos los rincones de la ciudad. Los pájaros cambian su vuelo en un “un, dos, tres”.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Anotaciones al vuelo

Y entre las piedras volverá a nacer esa primera conexión.
Conexión que enciende las llamas,
y piedras que ejercen el poder de elevación.
Luego ese poder se enrosca como una torre,
y esa torre se nos cuelga de los pies.
Así nos transporta el humo que se marcha eludiendo
bocanadas de aire, anotaciones al vuelo, y nada más.

martes, 10 de febrero de 2009

Lecciones de vuelo 1,2,3 (y esa nueva dimensión)

Y me sigo preguntando, cual será el primer nivel de conexión. Resulta que bajo las escaleras de mi edificio y me dirijo a la calle, territorio siempre cambiante, y a veces tambaleante (sólo tambaleante cuando se ha soltado algún cable de la primera conexión). Entonces del dos se vuelve al uno, y cuando el uno está bien sujeto se puede volver al dos. Luego, si el mareo ha terminado, puede surgir un que otro bostezo, y de ahí algún sonido, y luego un modo de comunicación. El tres llega cuando uno ha respirado más de tres veces, y ha logrado previamente sentir el placer de estar. El tres se vuelve entonces ancho y resonante, y desprende la claridad de haber concebido algo que resuena y proyecta más allá de los límites preconcebidos. El tres es un hecho inesperado que nos acontece radiante como un alumbramiento. El tres siempre crea otro lugar.

lunes, 9 de febrero de 2009

Instrucciones para emprender el vuelo. 1,2,3.

Hoy me hicieron la pregunta: -¿Qué es para ti volar? -. Y mi respuesta fue que cuando uno se embarca en tales propósitos debe de antemano tener tres herramientas: 1. Una buena conexión con las raíces internas. 2. Un buen conocimiento del medio, y 3. Una buena comunicación con el entorno. A partir de aquí, el despegue se realiza libremente, dejándose llevar. ¡Les deseo a todos un buen vuelo de luna llena! (Abróchense los cinturones).

viernes, 6 de febrero de 2009

jueves, 5 de febrero de 2009

Ojos y faros

Estamos comprometidos en cruzar estos muelles que se quedan muertos o heridos si dejamos de hacerlo.
Tenemos convenido sacrificar ciertos fuelles por otros resortes más fuertes, más nuevos y más prolijos.
Estamos convencidos de saltar este puente a una, olvidando baches o aperturas demasiado extensas.
Nos hemos prometido seguir convocando reuniones de auxilio, bodas o fiestas que tengan plan.
Y para nunca, plan de seguros, pues la labor aquí es estar dispuesto a navegar.
Y aquí los faros, cómo plantas que aparecen cuando uno se acerca al mar.
Ojos y faros, promesas de amarillo, y mucha sal.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El salto

La magnitud de los dados
corre como las arañas,
que tiemblan antes
de echar su redil.
En nuestras aventuradas
manos -cincuenta gramos-,
besos de añil.

martes, 3 de febrero de 2009

lunes, 2 de febrero de 2009

(hasta el fondo)

Sé que están todos cubiertos
(hasta el fondo)
y que la tierra es grave.
Por eso mismo
debemos entrar en ella
y trabajar.
Volver a escuchar.
Aún con los oídos taponados
por los granos de arena.
Entrar y sentir las semillas
de este lugar.
Caer
(hasta el fondo)
y luego resonar.