viernes, 28 de octubre de 2011

Un beso

Un beso
es una emoción
desbocada.
Es un hilo
que se traga
a sí mismo
y quiere salir,
salir antes
de quemarse.
Un beso
es una lágrima
coagulada,
o un trozo de metal
que se deshace.
Y siempre,
siempre,
necesita salir.
Al encuentro
del objeto
besado,
al encuentro
de ese único
momento de fusión.
Fusión siempre
más que unión,
aleación,
transformación,
mutación.
Un beso
es una emoción
desbordada.
Una partícula que
no sabe a dónde ir
pero quiere irse
y rápido (¡!),
al otro lado.
Un beso
es esa necesidad
de desaparecer
en la mente
y en el tiempo
y en el espacio,
mientras los minutos
tiemblan,
mientras las paredes
no dicen nada,
por fin,
mientras todo
se aquieta
y no sobra nada,
porque ya estamos
allí,
en ese lugar,
en medio de todo
y de nadie.

Y algo nos susurra
por dentro
“I need more
and more
and more,
and more
and more
and more.”

jueves, 20 de octubre de 2011

09:58 AM

La ingravidez,
subida a lo alto de un ventanal,
cubierta de fino barro,
de lluvia y de cristal,
la ingravidez metida en un trapo
bañado en gasolina,
la ingravidez.
Pidiendo que la dejen en paz.
Que la lleven de vuelta
a la salida.
Dónde los dados todavía
no tienen pupilas.
Dónde las llaves están
colgadas en un armario trasero.
Y aguarda quieta en el banquillo.
La ingravidez,
poniendo huevos desde las alturas,
lanzando botes de pintura,
y el cielo presentando colores,
estatuas y mercromina.
La ingravidez cayendo
como caen las plumas,
recorriendo el cielo,
recorriendo rocas,
recorriendo el mar,
recorriendo el suelo.
La ingravidez en un peñasco
sin romperse las rodillas
pero con los codos despellejados
de apartar todo lo que la aprieta
mientras cae.
La ingravidez,
recién peinada y limpia,
con nueve horas de sueño
y nada en el estómago,
con los ojos entelados,
con la piel suave,
con la temperatura perfecta
para desaparecer.

lunes, 17 de octubre de 2011

Ys by Dahut

















¡Morvarc’h! ¡Gradlon!
Un Yyyyys profundo
en la garganta de Dahut,
un Yyyyys haciendo gárgaras
en la boca del océano,
y esta hija del rey hundiéndose,
tragada, atragantada por las olas,
y Morvarc’h rechinando agudo,
tan agudo como sus Yyyyys internos,
tan agudo como el dolor del destierro
de su padre y en su sangre azul,
que se torna más azul, azul, azul,
Dahut se hunde dentro
de su propia piel
que resbala como los peces
¿qué hay adentro, Yyyyys, adentro?
Y ya no sabe si es pájaro o si es mujer,
y ya no sabe si es hija de una ciudad que cede
al mundo submarino y siente morir ya
y renacer por debajo de su cola escamada
de su cuerpo partido en dos,
anclada hasta las raíces
en ese lugar que grita
hasta dejarla sin oídos y sin pies,
anclada hasta los primeros confines
del universo,
y siente cómo sus pulmones
se convierten en ramas de coral,
y presiente bucear dentro de sí,
y necesita subir a un árbol
y gritar
pero sólo sabe
presentir la muerte
y acompañarla
y sacar aire de sus pulmones
encharcados con la agudeza
de su eterno
Yyyyyyyyyyyyyys…
Yyyyyyyyyyyyyys…
Yyyyyyyyyyyyyys…
para todos los que la empujaron
del paraíso y del caballo mágico,
de la vida en su forma humana,
de la existencia de su ciudad,
Ys, que ahora se destruye
al mismo tiempo que ella muta
a su nueva forma de sirena,
en mitad del tiempo
y de las mareas,
repitiéndose una y otra vez
Pa vo beuzet Paris, Ec'h adsavo Ker Is,
Oh Gradlon,
Ys resurgirá de las olas
en cuanto el mar engulla a Paris”.
























P.D. En memoria de todas las sirenas, aladas o escamadas, y/o de las que cantan con una arpa bajo el brazo, acompañándonos todas a los vivos hasta la muerte y a los muertos también hasta la muerte.
Video: “Emily”, de Joanna Newsom, en su disco "Ys"

jueves, 13 de octubre de 2011

Los puños sangran (¡y el día de la marmota no es real!)
















Siempre fui despacio,
para que no se notara
que la vida era un esfuerzo,
¡pero es que lo es!
Es un esfuerzo ir detrás
de lo que te han robado,
es un esfuerzo ir detrás
de las pasiones encendidas,
es un esfuerzo ir detrás,
sentado, viendo como pasa
el mundo, e intentar sacarse
una licencia para conducir delante.
Es un esfuerzo ir detrás
y es un esfuerzo ir delante.
Sobre todo porque sólo
en ciertos momentos
nos sabemos colocar
justo en medio,
viéndolo todo en su justa medida,
en su exacta proporción,
y llegamos a tocar las cosas,
un segundo,
y las hacemos nuestras.
Y luego
volvemos a correr
delante-detrás-delante
y nos volvemos locos
por no saber dónde
estamos nosotros
ni dónde está el mundo,
dónde estamos nosotros
respecto al mundo,
porque el mundo
no cesa de voltear,
y nosotros tampoco,
y nosotros no vamos
a ser más,
ni menos.
Es un esfuerzo tener dolor
de cabeza y aguantar, aguantar,
aguantar sonreír y aguantar,
un esfuerzo que los días
estén pensados iguales,
con un mismo horario,
una misma disciplina,
cuando ¡no lo son!,
nada es lo mismo
cuando uno abre los ojos
por la mañana.
Ninguna mañana
es la misma mañana
ni ninguna noche
es la misma noche.
¡El día de la marmota no es real!
Y es entonces cuando
tropezamos,
nos caemos,
nos levantamos,
y las piedras se multiplican
por doquier.
Y es entonces cuando
volvemos a nacer
cien veces
bajo el ritmo de la luna
que nos comprende
y nos consuela
como a lobos atrapados
en una jaula de agujas de cristal,
de relojes digitales, de despertadores
que abren y cierran los párpados
imitando el escalofrío
de las muñecas de porcelana.
Y es entonces cuando
la presión de los hombres
nos prohíbe salir ahí fuera
y admitir lo que somos
y aquello que queremos ser,
piel tras piel caída y tras piel,
y descubrimos que no sólo
basta con fluir y esperar,
con observar en silencio,
con transportar nuestra ligereza
a todas partes para poder
atravesar muros y paredes,
sino que a veces hace falta
arremangarse y sangrar
para que los sordos y los ciegos,
los mudos, los sin-tacto,
los sin-sabor y los sin-olfato
nos dejen pasar delante,
si hace falta,
y nos dejen devolvernos
a nosotros mismos
aquello que es nuestro.


Foto: Eva Tusquets

lunes, 10 de octubre de 2011

Los mundos de papel no son nada.

Este mundo de papel nos atrapa.

Y no hay tregua.

Me quema el alma.

Como un papel quemado.

Como el cigarro.

Y ya no hay aire.

Este mundo de papel

son cuatro paredes que se estrechan

y afuera hay dinero sucio y barro

y gente que corre por nada

y gente que se cae

y se pela las rodillas

y gente que se ahoga.

Este mundo de papel

grita y nos dice “no soy nada”

y la nada inunda todas partes

y oímos a una multitud que nos repite

“no somos nada”

y tú te caes al suelo otra vez

y ya nadie te disculpa

porque les da igual

no ser nada y seguir andando

pero sí les importa disimular

seguir hablando

seguir andando

seguir nadando

seguir haciendo nada.

Yo nunca me creí

que la nada existiera

pero ahora me tengo que

esforzar cada vez más

en no caer y en no llorar

en medio de ese griterío

y del fango.

Si somos todos seres humanos

con tripas, cerebro y un corazón

¿Cómo no se retuercen de dolor

al vernos sufrir la injusticia o la nada?

¿Cómo no se quedan sin aire

cuando el amor ya no es lo más grande?

¿Cómo no lanzan aullidos cuando morimos

depredándonos a nosotros mismos?

Un universo dónde se pasa por alto

lo intrínseco a nuestra naturaleza

no es un universo hecho a nuestra medida.

Un universo dónde se premia sólo lo visible

no es un universo que comprenda la realidad.

Un universo que se mueve por el intercambio

de una moneda en vez de intercambiar

el aprendizaje de nuestra propia imperfección

no puede ser justo ni adaptable a nuestras necesidades

concebidas en su totalidad.

La moneda sólo sirve para darnos de comer.

¿Y el resto? ¿Dónde queda el resto?

¿Dónde estamos nosotros?

¿Quemándonos, como el papel?

jueves, 6 de octubre de 2011

Un corazón (y tripas).

Hago de tripas corazón
Y corazón con tripas.
Si destripas mi alma
Volveré a escupir
—Volveré a nacer—
Hacer de tripas corazón
No es nada comestible
Ni fácil de decir
Si no se grita
Si no se muerde
Un cojín
Si no se chupa
La piel
Ni se alimenta
La carne con grasas
De animal.
Hago jabón de tripas
Con la razón
Y el paso del tiempo
Con las edades de papel
Tan fino que parece fumable
—Aunque no lo es—
Ni tu vida ni mi vida
Se fuman en dos días
Pero se van, se van, se van
Y no se pierden
Cuando las escribo
En otro papel
Más grueso que el que
Se fuma.
Te dejaré quemarlo también
Si me prometes que vas
A plantar un árbol
Sobre mi cabeza.
Todos se ocupan de
Plantar un árbol
En sus ovarios
Todos ocupan
Su tiempo en
No morir
En alargar el cordón
Umbilical de sus papeles.
No sé qué pensar
De todo esto.
Esto es todo
Lo que hay.
De dos corazones
Nace otro corazón.
(Y tripas).