viernes, 31 de octubre de 2008

Sonata número 31 -amanecidos están los muertos-

Todas las ruinas se quedan bajo el puente.
Tenemos poco presupuesto para levantarlas.
Poco a poco convivimos con ellas.
Mágicamente y en silencio.
Desde las profundidades.
Sobrevivimos y nos elevamos por encima del fuego.
Hemos recomenzado el juego.
El pájaro de grandes alas nos sostiene por los extremos.
Nuestro jersey está hecho añicos, y huele a carbón.
Ya no queda nada, nada que reconozcamos,
a parte de nosotros mismos,
en el fondo de nuestros huesos
y nuestras hondas cavidades.
Todo ese desorden nos ha recompuesto.
De un soplo.
En el preciso instante en que dejamos de pensar.
El sostén del olvido nos escupió hacia afuera
con el ímpetu viscoso de un volcán.
Con toda su fuerza.
Con todas sus armas.
Gracias a ese impulso,
reconocimos al pájaro de fuego,
más allá de nuestras hondas cavidades
y nuestro minúsculo quehacer –ayer-,
entretenida ciudad sin nombre,
ilocalizable vanidad del retener.
En las hendiduras soñadas de un bar de madera
verde y prometido, sellado y encendido,
accesible sólo para aquellos que están
dispuestos a cruzar.
Al otro lado.
Amanecidos están los muertos.
Dibujadas las nuevas ciudades.
Desenjaulados los ciervos
-del más allá del bosque-
Encontrados todos los frutos
-y el rumor silvestre de sus preciadas semillas-
Abanico singular
Promesa del azar
Esperanza infame y desorbitada –a veces-
Cuando se cruza
Y se prolonga un infinito -hilo de plata-
Arremangados estamos
Trabajadores cavamos
Desolladores sonamos
-Y cómo nos cansamos-
Amanecidos están los muertos
Nosotros nos casamos
(Tras sus versos de incienso)
Tras tiras y pilas tras pilas y mitades
Tras ruinas vencidas Tras curas sin ciudades
Bajo el puente se quedan.
Al otro lado.

jueves, 30 de octubre de 2008

Ni el cable que los guíe

Y están conduciendo
Y un corazón desalmado
En la ciudad se pierde
Desmontado como un caballo
Sin piel ni juguete
Sin carro y caballete
Dónde construir
Con otros trazos
Una nueva vía
Y de tanto girar
El volante
Con los brazos
Se pierde otra vez
Y ya no sabe encontrar
La calle
La vía regia
Ni el cable que los guíe
Hacia el lugar de siempre

miércoles, 29 de octubre de 2008

martes, 28 de octubre de 2008

Escalas mayores, Agapornis (y congelados)

Hoy el mundo se ha congelado
(Antes de salir)
A trompicones y ensuciando
La escalera con las sábanas
Tendidas y la lluvia
Escupiendo un barrizal
- Sólo se seca el alma -
Enjuagada y muerta de frío
Esperando – ida –
En un rincón del portal
Cuánto tarda en envejecer
Un sueño
Cuánto tarda un Agapornis
En morir
En cuanto tiempo
Se nos escupe de
Nuestro propio sueño
Y si las llamas se resisten
Quizás conservemos el calor
Un tiempo más
- Qué más da -
Cuánto importa el tiempo
Cuánto importa un giro
(De ciento ochenta grados)
Si las sartenes se resisten
O si son demasiado pequeñas
- Qué más da –
Cuantas lunas nos quedan
Por reconocer (nuevas)
Sé que a veces es difícil
Seguir rodando
- Con lo fácil que es -
Seguir el impulso y continuar
Viajando redondo
Esquivando todo aquello
Que nos escupe de
Nosotros Mismos
- Tenemos cincuenta intentos -
(Acaso no lo sabes)
No hay pérdida
- Eso ya no existe -
Forma parte del pasado
Y hoy el mundo se ha congelado
Y tú no sabes cómo seguir
(Antes de salir)
Porque sabes que mueren
Cincuenta pájaros
Cada día
Y eres demasiado consciente
-Y que resulta más fácil-
Fruncir el ceño
Que rodar
Y subir
Para llegar a otra escalera
Dónde la luna es nueva
Y cae la nieve
Para decirnos que ya no
Se admiten más congelados
Más timbres encallados
Más fiebres ni pasados
-Son-todos ellos-
Demasiados
Y dañan deprisa
-Más que las balas-
(Ni de guerra ni de mentira)
-Ya basta-
Fuera congelados
Nos quedamos
Nos vemos
Nos besamos
-Hace frío-
Y se me caen las manos
Ya llueve
(Demasiado)
Sobre materia gris
(Sobre mojado)

lunes, 27 de octubre de 2008

Una ruina (o pentagrama en la nieve)

El silencio no es una ruina.
Por mucho que se deshaga en las noches de invierno.
O que se estampe contra un coche que se acaba de estrellar.
El silencio nunca es más de lo que es, y por lo tanto, nunca se pierde.
El silencio nunca te pidió nada. Siempre se quedó en su sitio, sin salirse de sus casillas.
Esa es una de sus propiedades. Está bien ahí dónde está. No tiene necesidad de moverse.
Él nunca te irá a buscar (al contrario del ruido), pero siempre estará preparado para que vayas de visita. No sé si se alegrará de tu llegada, pero siempre hará que te sientas bien.
A su lado te sentirás como si fueras a la nieve, sin necesidad de ponerte las botas ni los esquís.
Nunca te pedirá que te excuses por haber caído (encima suyo, muchas veces), y hasta puede que te lo agradezca infinitamente. Te esperará siempre, al final de cada estación. Al final de cada fin de trayecto, al final de cada color.
Y te cederá otra vez su espacio, y allí podrás restar el tiempo que necesites.
Por mucho calor que hayas tenido afuera.
Por mucho que se deshaga en las noches de invierno.
El silencio no es una ruina.
Sólo un compás de tiempo.

domingo, 26 de octubre de 2008

Post K08 aire libre (tiempo y sol) ecos de voz

La voz.
Araña despierta
la sangre derramada
primera en partir.
La voz.
Vidente con puerta
el hilo se escupe
primera en morir.
La voz.
Sanguijuela que escapa
el corazón que vierte
voluntad de huir.
La voz.
El sueño del tigre
mujer manifiesta
el sudor del pez.
La voz.
Enjambre al acecho
se rompe el techo
primera en oír.
La voz.
Araña que escucha
animal que se enerva
coz.
Niño nacido
zurcido que enhebra
telaraña atroz.
El hilo de voz.
Proyección fecunda
resonancia que vuelve
esperpentos
voz.
Antes de la voz.
La risa escondida
el rincón de quién mira
primero en salir.
Antes de la voz.
Mujer sin voz.

viernes, 24 de octubre de 2008

Equivalencias y ciudades (...) Compensaciones (singulares)

Equivalencias y ciudades
Compensaciones y planes
Pienso que me voy a salir
Que se me quedan las llaves
Cogiendo una detrás de otra
Tratando de armar una clave
Construir otro muro
Con ventanas y enclaves
Para nadar más fuerte
Otra vez más
Para quedar más lejos
Recomenzar los tejos
Recompensar esos vinos añejos
Que se quedan otra vez
Lejos lejos lejos -tan lejos-
Que se me pierden las llaves
Y en el fondo la casa
Se sumerge sin brasa
-Simplemente se va-
Y vamos a replantar otra vez
Que las algas no valen
Que los peces no salen
Que los muertos se quedan
Bajo fondos como las llaves
Entusiastas y amenos
Trapecistas y sirenos
Cuantos cuentos que se vuelven
A recontar al final del año
Al final de la especie
Cuantas repeticiones
Y cuantos ensayos postrados
En el fondo del mar
-Sedimento fértil-
Endivias conjugadas
Para nacer en otro lugar
Traspasar las llanuras
-De ninguna parte-
Y enraizarse envidiadas
Después de almorzar
Tenemos tortitas de arena
-Tortel de la abuela-
Y un flujo contínuo
De gentes y ciudades
De árboles que no cesan
De desarrollar sus circuitos
-Plurales- y de crecer prolijos
-Y dispares- disparando sus huellas
A través de los mares
Que se quedan cortos
Y sin planes -pues la rueda-
Está hecha de infinitas
Compensaciones
(Singulares)

jueves, 23 de octubre de 2008

Equivalencias y compensaciones (...) y una vez más

Equivalencias y compensaciones
Disidencias y largas conversaciones
E-ternuras fugaces - silencios
Que se disparan y explotan
Al final (...) de una canción
Combates y sonidos
Salones que se agrandan
Retorcidos primates
-Primos y tomates-
Te tengo cogido por la nuca
(...) y al final -te caes-
Te caíste y te enfureces
El arma que compensa
Te enfundas y enfurecen
Salones y algodones
-El rival y la bala-
-Y ese dolor-
En el portal
La luz
La re-compensa que vale
-Porque no vale nada-
Y porque se queda tirada
-Quizás-
Al cabo de las horas
Y mucho más (...)
Porque duerme encendida
-E iluminada-
Cómo una lámpara de arroz
Que se quema en el fondo
De la cazuela que cuece
-Cuece y se mece-
-Una y otra vez-
Dime si bajaste las escaleras
Y las volviste a subir
-Una y otra vez-
Y si andaste despierto
Mientras dormías descalzo
Y probaste la sal
-Una y otra vez-
En el rincón
-Más allá de la puerta-
(Y de las manos que tiemblan)
Y si pensaste más de lo que
Deberías haber pensado
Y si contaste las horas
O por fin te olvidaste
De apagar el fuego
(Antes de salir)

miércoles, 22 de octubre de 2008

martes, 21 de octubre de 2008

sábado, 18 de octubre de 2008

Paraíso número XII

Se le iba por la espalda
Y le abrazaba sin alas
Se le comía el alma
Y le gustaba amanecer
Vertida del revés
-Vestida del revés-
Le gustaba desvanecer
Con calma
Mientras comiéndose
El alma
-Se soñaba- y un sol
Le plantaba –dormido-
Un huevo -de codorniz-
Entre la espalda
(Omóplato y omóplato)

viernes, 17 de octubre de 2008

KOSMOPOLIS

Anuncio.
Haré breve lectura de La espera (microrelato) y El cabaret de la calle "dels Salvador" (relato breve), ambos textos finalistas del Concurso literario de narrativa breve Distrito V (Raval) convocado por el Ateneu Barcelonès. Los textos de todos los autores están ambientados en el barrio del Raval.
Sábado 25 de octubre.
11:30h.
Pati Kosmópolis del CCCB.
http://www.cccb.org/kosmopolis/ca/

p.d. si los queréis leer, los publicaré más adelante.
La litératture c'est une fête!

jueves, 16 de octubre de 2008

Esperando en medio

El mundo está muy abierto
Tenemos cien lunas por recorrer
Y nunca se agotan –están ahí-
Para ser recorridas –pues se aburren-
De esperar en medio de esta
Lentitud terrestre

miércoles, 15 de octubre de 2008

Turbulencias del medio –la luna los salva-

En la tierra media
Dibujando espacios
Los bichos
Se encuentran trabajando gachos
En el medio
Abriendo espacios
Se encuentran
Los monstruos
Sin despacho
La luna los dirige
Desde arriba
-Se los lleva adentro del bosque-
Les dice que encojan los hombros
Que muevan los brazos
Que plieguen las piernas
Economizando espacio
Ellos se mueven de arriba abajo
-Casi sin despegar los pies-
Ladean la cabeza
-Sin mover los ojos-
Y siguen accionando
El botón hundido
Que hay
En lo más profundo
De la tierra
Nadie les oye
-Pues están en medio-
Y en la tierra media
No hay nadie
Sólo los que accionan
Las leyes del bosque
Una y otra vez
Hundidos y gachos
Enhiestos y adheridos
Como un imán

martes, 14 de octubre de 2008

Paraíso número XIII

Sin tanto cieno
Caminando el suelo
Sin tanto cielo
Sigo andando y vuelo
Me detengo y luego
No me queda el duelo
-Sin lugar a dudas-
Todo es nuevo
Son trece escalones
Para quitarte el miedo
Para escuchar el paralelo
Para sentir en tu seno
Y olvidar al centeno
Que te alarga el pelo
-Sin lugar a dudas-
Todo es tan nuevo
Y tú (no) te escondes del velo
-Éste se cayó hace tiempo-
-Fueron trece escalones-
Para subir al cielo
Y soportar el suelo
(Duro como una piedra)
-Y cómo se te tragó la tierra-
Más tarde
Húmeda y dispuesta
-A aceptar uno más entre sus brazos-
Y te echó tantas raíces
Que casi se le fue la cabeza
-Casi sin tenerla-
Y sin menos trabajarla
Pero te dio una pala
Y tú te pusiste a echar tierra sobre la tierra
Para ver si así el agua se nos llevaba
Desde el fondo como una marea
Pero fue un surtidor
Y se olvidó algún pedazo
-Del que nació una planta-
(Cueva y semilla)
-Sin lugar a dudas-
(…) Nueva

lunes, 13 de octubre de 2008

Los trenes que explotan -y un rincón soldado a mis espaldas-

Yo no sé
Qué pasa
Con los trenes que explotan
Yo no sé
A dónde van a parar los muertos
Ni si su piel
Se queda en alguna parte
Yo no sé qué pasa
Con los trenes que explotan
Porque yo estuve dentro
Y sé que de verdad importan
Pero no tengo más memoria
Que un elefante en estado de shock
Tras salir despedido de su asiento en primera clase
Y ya no tengo más memoria
Pero tengo los pedazos
De hojalata
-y un rincón soldado
a mis espaldas-
Granitos de metralla
Y herraduras de cristal
Tampoco sé
Si las huellas están para ser vistas
O si se van para olvidarlas
-Yo no sé qué pasa
con los trenes que explotan-
Pero sé que algunas veces
Duelen más que otras
Aun si logramos mudar
La piel de la serpiente
Y convertirnos en otra
Pues los trenes ahí se quedan
Aun si explotan
Porque fueron de hierro
Y nosotros no
Porque la carne y la tierra
Son otra cosa
Porque algunas veces
Se remueven más que otras
Porque los trenes explotan
Algunas veces
Más que otras
(Porque la lava se guarda
al fondo de nuestras cosas)
Entre chaquetas y almohadas
-Entre trenes de escarcha-
Entre subidas y vagones
Proyectores sin marchas
-Y una ciudad a mis espaldas-

domingo, 12 de octubre de 2008

Demasiadas moscas

La ciudad está de fiesta
Y el cielo son nubes de arroz
(Tengo tu silencio
encogido entre mis manos)
Y un rincón soldado
A mis espaldas
-Sé que tú no entras-
-Sé que estás afuera-
(Te caíste demasiado lejos
cuando te solté la mano)
Ahora hay muchos bichos
Que se mueven ahí fuera
-Y hay demasiadas plantas-
No me digas que la tierra
No quema -hermosa- bajo nuestras
Humildes-viejas-plantas
No digas que la tierra
Ya no duele -pudorosa y clara-bajo nuestras
Viejas-rojas-trampas
Tenemos demasiada tierra
Y demasiada escarcha
-Dime cuando te dejé de hablar-
Y si te solté ya no me di cuenta
-Estabas en mi ser-
Y ya no distinguí
Tu marcha
De mi marcha
-Tu escarcha de mi escarcha-
Yo tenía demasiado sudor
-Frío-
En la sangre
Y en el cielo había
Demasiadas moscas
-Y me distraje-
Nuestro tren explotó
Por llevar
-Quién sabe-
Demasiado equipaje

sábado, 11 de octubre de 2008

Paraíso número Caballo de Espadas

Sé que tú te encargas
De limpiar la miel de mis espadas
-Porque te gusta rebañar
las plumas y los alfileres
de las hadas-
(Las hadas congeladas)
Y no te importa
Besar sin pensar
Comer sin nadar
Correr sin hablar
-Porque sabes del cierto
algo que se te escapa-
-Algo que nunca te atreviste a buscar-
Pero que en tus quehaceres
Ya existe
-Y te prometo que viste-
(Aunque los ojos sean claros
y las ropas demasiado blancas)
Porque sé que te gusta
Dormir afilando
La piel de las escamas
Vivir apurando
El calor curtido de las llamas
Porque sé que tú amas
-Aún sin saberlo-
-Aún sin pensarlo-
Porque sé que tú amas
Limpiando la miel de mis espadas

viernes, 10 de octubre de 2008

-Sólo se trata de aprovechar el tiempo-

Sabemos de sobra que el tiempo
No pasa como dicen
Y que las horas no se cuentan
Como nos enseñaron
Al principio del cuento
Sabemos de sobra que esto
Es demasiado grande
Para ser medido
Y que este cuento
Ya no sólo se cuenta solo
Porque también se cuenta
A los demás
Ya no nos sirven
Todos esos artilugios pequeños
-esos que nos enseñaron a andar-
Ya está casi todo caduco
Para nuestros pies sin freno
Ya está casi todo caduco
Bajo nuestros pies
Y ya no viene la tristeza
-porque ésta ya se emancipó-
Y suena lejana como una trompeta
Que aprendió a dibujar
En medio del océano
-Y como todo está caduco bajo nuestros pies-
Ya no hay nada que hablar
Está todo en blanco
Ya, por fin
-Sólo se trata de aprovechar el tiempo-

jueves, 9 de octubre de 2008

Cuantos caballos se conocen -en mitad del bosque-

Cuantos caballos se conocen en el camino
Si las canciones dijeran la verdad
-Y es que la dicen-
Más de un submarino se hubiera
Encontrado a más de veinte mil leguas
Y un viaje nunca sería menos
Que el trotar encadenado de los ciervos

miércoles, 8 de octubre de 2008

Un día -los habitantes de mi jardín-

Los habitantes de mi planeta
decían estar tan lejos que no sentían.
Los llamé varias veces.
Intenté comunicarme con ellos.
Me dijeron que no podían llegar hasta mí.
El planeta que yo visitaba
les estaba vedado.
Cómo el que intenta franquear
un jardín particular.
El planeta que yo visitaba
los colocaba lejos.
Muy lejos de mí.
Me pidieron que volviera.
Me dijeron que estaban tan lejos
que no sentían.
Yo les dije que mi camino
todavía no había terminado.
Y que debía continuar
en ese jardín
que les estaba vedado.
Entonces yo creí
estar tan lejos
que no sentía.

martes, 7 de octubre de 2008

Y una vez más -entre mis paredes- (paredes de sal)

Razones de más
razones de menos
me quedan por redefinir mis paredes
que se quedaron tiradas
por ser tan finas
y por filtrar demasiado
las voces
de las paredes circundantes.
Razones de más
por la empatía blanca.
Razones de menos
por saltar una y otra vez más.
Por saltar de más.
Por vivir de más.
En mí y en los demás.
Desde mi pared
y a través de todas las paredes.
Desde todas las paredes
y a través de mi pared.
Cómo un colador chino.
Sin aprender a construir
los muros que construyen los hombres.
Sin aprender a derribarlos.
Paredes de papel de arroz.
Paredes que aprenden solas
a proyectar las sombras de las sombras
y a dibujar los sonidos con escamas.
Pececitos que viajan
de un lado al otro de la pared.
Muros que no existen
porque los muros no existen
si el agua circula a caudales.
Torrentes de papel de arroz.
Migajas para los peces.
Comed benditos,
comed de los deshechos
de mis deshuesadas paredes.
Razones de más
para comer de mi tierra.
Razones de menos
para comer de mi sal.
Comed, comed.
Una vez más.

lunes, 6 de octubre de 2008

In memoriam de otras palabras que también recuerdo -en otro tiempo-

Me lleno de palabras.
Las palabras son seductoras.
- Baudrillard habló
del poder de la seducción
sobre la verdad de los discursos. –
No me importa
que las palabras seduzcan
que las palabras alejen.
La verdad acaba siendo
falacia de unos pocos.
Entonces prefiero
verdad de locos.
Prefiero para entonces
palabras para unos locos.
Palabras que mientan
palabras que tachen verdades
palabras que puedan llenar ciudades.

domingo, 5 de octubre de 2008

Recuerdo el tiempo -en que escribí a este invento- (con dos agujas y doce vientos)

Deja que pase el tiempo.
La locura es de los que se creen cuerdos.
Los que se saben locos se acuerdan de su locura.
Deja que pase el tiempo.
Dale cuerda.
Recuerda que a más recuerdos,
menos recuerdas.
Dale cuerda.
Acordate de que no estás
en el lugar que piensas.
Y de que no piensas
como hablas.
Porque no estás hablando.
Dale cuerda.
Deja que pase el tiempo.
Dile que hable.
Rómpele una pierna
y exige su sangre.
Bebe.
Dile que sabes.
Dile que vives.
Aunque no lo sepas,
dale cuerda.
Y no recuerdes.

sábado, 4 de octubre de 2008

Paraíso número XVII

Luego me quedé sentada
Y ya no tuve más leña
Yo sé que tú seguías andando

Luego te seguí buscando
Sé que tú estabas sentado
Mucho más abajo

Tu plancton era
Mucho más que
Contradictorio

Tú estabas allí
Esperando a que yo
Te buscara

Hoy he visto
Peces
En el cielo

Sé que me dirás
Que es mucho más
Que contradictorio

Pero no puedo evitar
Decirte
Lo que he visto esta noche

-Sabes que lo he visto-
También vi ropas
Rojas, lilas y verdes

Y muchas estrellas
-alrededor de los peces-
Me rozaban

Por un momento
Pensé que
Se habían equivocado

Al juntar
Peces y estrellas
-El mar y el cielo no son lo mismo-

Aunque luego me di cuenta
De que tú estabas sentado
Mucho más abajo

Y yo ya no estaba sentada
-y ya no necesitaba más leña-
Pues las estrellas eran mi fuego

Y mi nueva casa
-Que me acogía entre chispas
Y pedazos de gravedad anulada-

Me daba todo
Lo que podía necesitar
-de hecho ya no necesitaba-

Así que seguí
-Sabiendo ahora que-
El mar y el cielo sí son lo mismo

Y que ya no hace falta
Seguir buscando
-Pues los peces me rozan-
(y el fuego me abraza)

viernes, 3 de octubre de 2008

La incomodidad del elefante


5. EL ELEFANTE.

[Buda y el elefante, amantes de la soledad]

He aquí lo que yo he oído decir. Cierta vez, Bhagavant se encontraba en la ciudad de Kosamî, en el parque de Ghosita. En aquella ocasión el Bhagavant vivía rodeado de bhikkhus, bhikkhunis, upasakas, upasikas, reyes, grandes ministros de reyes, Maestros de otras sectas, discípulos de Maestros de otras sectas. Y así rodeado, vivía desagradablemente, incómodamente. Y el Bhagavant pensó: Yo vivo aquí rodeado de bhikkhus, bhikkhunis, upasakas, upasikas, reyes, grandes ministros de reyes, Maestros de otras sectas y discípulos de Maestros de otras sectas. Y así rodeado vivo desagradablemente, incómodamente. Por eso viva yo solitario, apartado de la multitud.
Y el Bhagavant por la mañana, después de vestirse, tomando su manto y su escudilla, entró en Kosambî en busca de limosna. Habiendo recorrido Kosambî en busca de limosna, por la tarde, después que regresara de la recolección de limosnas, recogiendo él mismo su lecho y su asiento, tomando su manto y su escudilla, sin decirle nada a su servidor, sin informar a la congregación de bhikkhus, sólo, sin acompañante, se dirigió a la aldea de Palileyyaka en busca de limosna. Y pidiendo limosna llegó, poco a poco, a Palileyyaka. Ahí, en Palileyyaka, el Bhagavant vivió en un bosquecillo de la Foresta Cercada, bajo un hermoso árbol sala.
Y un elefante vivía rodeado por elefantes machos y por elefantes hembras, por elefantes jóvenes, por elefantes niños; y él tenía que comer hierbas cuyas partes tiernas ya habían sido cortadas; ellos se comían los manojos de ramillas que él arrancaba una y otra vez; tenía que beber agua turbia y, cuando salía de su baño, los elefantes hembras iban frotándose contra su cuerpo. Y así rodeado vivía desagradablemente, incómodamente. Y este elefante pensó: Yo vivo aquí, rodeado por elefantes machos y elefantes hembras, por elefantes jóvenes, por elefantes niños; yo tengo que comer hierbas cuyas partes tiernas ya han sido cortadas; ellos se comen los manojos de ramillas que yo arranco una y otra vez; tengo que beber agua turbia y, cuando salgo de mi baño, los elefantes hembras van frotándose contra mi cuerpo. Y así rodeado vivo desagradablemente, incómodamente. Por eso viva yo solitario, apartado del grupo.
Y aquél elefante, apartándose del rebaño, se dirigió a la aldea de Palileyyaka, al bosquecillo de la Floresta Cercada, hacia el hermoso árbol sala donde se encontraba el Bhagavant y una vez ahí, aquel elefante limpiaba de hierbas el lugar donde se encontraba el Bhagavant y con su trompa le ofrecía agua para beber y agua para lavarse.
Y este pensamiento surgió en la mente del Bhagavant mientras se encontraba a solas, en su retiro: Yo antes vivía rodeado de bhikkhus, bhikkhunis, upasakas, upasikas, reyes, grandes ministros de reyes, Maestros de otras sectas, discípulos de Maestros de otras sectas. Y así rodeado, vivía desagradablemente, incómodamente. Y ahora ya no vivo rodeado de bhikkhus, bhikkhunis, upasakas, upasikas, reyes, grandes ministros de reyes, Maestros de otras sectas y discípulos de Maestros de otras sectas. Y no estando así rodeado, vivo feliz, cómodamente.
Y este pensamiento surgió en la mente del elefante: Yo antes vivía rodeado por elefantes machos y por elefantes hembras, por elefantes jóvenes, por elefantes niños; yo tenía que comer hierbas cuyas partes tiernas ya habían sido cortadas; ellos se comían los manojos de ramillas que yo arrancaba una y otra vez; tenía que beber agua turbia y, cuando salía de mi baño, los elefantes hembras iban frotándose contra mi cuerpo. Y así rodeado vivía desagradablemente, incómodamente. Y ahora ya no vivo rodeado por elefantes machos y por elefantes hembras, por elefantes jóvenes, por elefantes niños; yo no tengo que comer hierbas cuyas partes tiernas ya han sido cortadas; ellos no se comen los manojos de ramillas que yo arranco una y otra vez; no tengo que beber agua turbia y, cuando salgo de mi baño, los elefantes hembras no van frotándose contra mi cuerpo. Y no estando así rodeado, vivo feliz, cómodamente.
El Bhagavant, percibiendo su propia soledad y conociendo con su mente el pensamiento de la mente de aquel elefante, dijo en aquella ocasión este udana:
En esto concuerda

la mente del elefante de largos colmillos
con la mente del sabio:
ambos gozan en la soledad del bosque.*

*Udana, La Palabra de Buda

Mi aportación a este capítulo es que para vivir entre la manada, el elefante deberá aprender a gozar dentro y fuera de ella (pues tanto el bosque cómo la manada forman parte de él).

jueves, 2 de octubre de 2008

Paraíso número IX

Andamos muchas veces bordeando el mar
El camino siempre era largo y estrecho
Y la tierra siempre quedaba a la derecha
Nos cruzamos de vez en cuando
A ciertas personas
Ellos iban a veces en la dirección contraria
Y nos costaba cruzarnos sin desviarnos
Del camino
Debido a que era largo y demasiado estrecho
Y los listones de madera que nos sujetaban
En la roca
Eran a veces tan móviles que dificultaban
Nuestro equilibrio
Y el sabor del mar estaba tan cerca
Que casi nos escocía los ojos
Tú me miraste
-puede ser-
Y me dijiste algunas cosas
Que hay que saber
Para guardar el equilibrio
-en ciertas circunstancias-
Pero el mar estaba tan cerca
Que era difícil escucharte
-y más responderte-
Todavía tengo espinas que no me sacaste
-Y todas esas frases-
Dime hasta dónde subimos
-porque no caímos-
Y en qué lugar te quedaste
La tierra sigue estando cruzada a la derecha
Los puñados de sal –y las anotaciones-
Siguen apareciendo en mis bolsillos

miércoles, 1 de octubre de 2008

Paraíso número XII

También supe que andabas hacia ellos
Me dijiste que estabas a su alrededor
Nunca nadie pudo mirarte a los ojos
Y te enterraron sin ellos
-Sé que brindaste por todos nosotros-
Y yo te recogí
-Mucho más tarde-
Porque supe que andabas conmigo
-Yo te hablé con mis palabras –
-Tú me hablaste con palabras -
Y aquí estoy
Tengo tu libro
-No sé quién lo escribió-
Tengo tu carta
-no sé quién me la dio-
Y aquí estoy
Sigo andando detrás de ti
Sé que mañana contarán tus pasos
Una y otra vez
Yo estaré detrás de ti
Escuchando tus coces
Midiendo tus voces
Siguiendo todo aquello que dejaste
Bajo mi almohada
Y fingiendo que no sé nada
Una y otra vez
Para poder entrar por la puerta
Que a ti te cerraron
Señalando todo aquello que tú señalaste
Midiendo todo aquello que tú decidiste medir
Rebajando toda la pena que te hicieron cargar
Anulando todas tus marchas
Para poder andar
Una y otra vez
Detrás de ti