viernes, 28 de mayo de 2010

Desquebrajado y sin pared

Cuando el temblor y las paredes confluyen
en un mismo verso deja el vaso
de los reyes de moverse,
quizás por falta de riego sanguíneo,
quizás por ausencia de respiración,
por un sin-riesgo concluido
en una nada que se congela
y da mil vueltas a un reloj.

Cuando el temblor y las paredes se deshacen
en un mismo vaso, el tiempo de los muertos
se devuelve angosto y frío como el metal,
y nos promete que se quedará si no
le decimos “que te parta un rayo”
“te desquebrajo” desde mi espalda,
desde mi sangre y mi grial.

Y cómo suelta entonces desde este lugar
el hombre un poco más de hilo,
un poco más de huella o tiza,
algo que sirva entonces para atornillar.

Cómo suelta entonces ese cable resuelto,
ese número abierto,esa presencia visible
y audible, reconocible, entendible y real.

Cómo conseguimos entonces comenzar a hablar.

sábado, 22 de mayo de 2010

La casa nuncaestática

Ni aunque me pusiera saldría dispuesta a salvar
—lo poco que queda—de esta imagen singular
pues las imágenes nunca se quedan aquí.
Tengo dos brazos y dos piernas y una dualidad
indisoluble y siniestra si se tercia —cuando grita—
o me pide que me aleje más de la cuenta.
Pero como nada se queda —aquí— y por eso mismo
me permito hablar —como vosotros— y eso me alimenta
de ese pan que no puedo dejar de comer
—de las ostias para aquellos otros—
de los infinitos rezos para que la palabra no se agote
o para que la palabra cese si uno se lo pide por favor
o para que la palabra se convierta en algo
que viaje un poco más allá —y lo haga sabiendo
que todos estamos en este aquí—.
Y ahora me doy cuenta
de que esta casa nuncaestática no es más casa
ni menos región que un trozo de volcán
abandonado en mitad de un arrecife.
¿O acaso sí lo es?
O acaso alguien me preguntó y no supe contestarle.
O acaso la imagen indie o acaso la imagen soluble
no se vayan otra vez a escapar como se escapan
todos los peces como se escapan todas las palabras
como se escapan todas mis partes cada una por su lado
como se escapan mil veces las casas los volcanes
los arrecifes y las vacas y los gatos y las abejas
y los sitios y situaciones que se quedan
de todos modos en la memoria anclados
o los elefantes que se balancean sin peso
en este pasar de página y este tintineo
también tullido y singular.
Si me preguntan entonces si me quedo
les diré que es difícil de averiguar
y que los nombres y los trajes
me producen escalofríos varios
pero que mañana no sé
por dónde me va a dar.
—Tengo hambre—.

viernes, 21 de mayo de 2010

De Des e Os

De las gotas a los dedos
De la razón a su poder
De mi peso a tu cordura
De tu cordón a mi deber

Si puedo me escapo
Pero vuelvo entera
Entera y con un par
De más

De mi lugar a tu locura
De mis cubiertos a tu sed
De mi reloj a tu lujuria
Y de tu tiempo a mi niñez

Yo vuelo y tú saltas
Tú devuelves
Y yo me quedo me quedo
De pie

De la sensibilidad a la rima
Y del ritmo al cajón
De la conciencia de la ruina
A construir con un cordel
Y si me olvido
El tiempo ya no se pasa
Y si me pierdo
El tiempo también
Me encontrará después

Ya no hay sudor sin muerte
Ni suerte sin menester
Ya no hay solución que no pueda
Buscar problemas encima o
Debajo del mantel

Y si me silbo a mí misma
Y si me espero
Después
Encontraré otro abismo
Otra prueba otro mecanismo
Que me devuelva entera
O a trozos o sin norte
O perdida o sin pistas
O dormida pero vuelta
A empezar

De los disfraces a las armas
De los compases a los sofás
De las canicas a mi correo
De los ladridos
A un par
De instrumentos
Y de descubrimientos muertos
De pececitos tuertos
De pájaroslocos
Y de injertos
De tuberías
Rabiosas
Sudorosas
Por pintar.

jueves, 20 de mayo de 2010

Que el polvo se encargue de soñar

Trozos de sílex desperezando el campo
de batalla espacial, de armas de chispa
de duro pedernal, de sangre, socavones
y una suerte de muerte previa
a la muerte sobria y de verdad.
Corazones sueltos en el “extracampo”,
pieles y cordones fuera del mar,
hinchazones aturdidos y quietos,
en un rincón, en un colchón,
lejos, ciudad.
No hay más vueltas de tuerca.
No hay más chispas cubiertas.
Estamos todos listos para saltar.
Si la ciudad sostiene luego
todo lo que queda
y todo lo que de nosotros quede
recibirá un premio a la materia
más resistente y con más tesón
por transformar.
Que dure, la tierra,
que el polvo se encargue de soñar.

jueves, 13 de mayo de 2010

Ganesha empapelado

Me faltaban oficios
para atestiguar con las manos
las salidas innombrables de aquellos bueyes.
Si hubiera tenido a mano un trozo de seitán,
se lo hubiera empotrado en la superficie hocicada
y me hubiera quedado tan ancha, tanto,
que podría haberme quedado sin cenar
sin importarme apenas un poquito.
Me faltaban tornillos
que argumentaran todo ese material
que se gestaba voluptuosamente y sin yugo,
sin timón, yo, esa yegua descaprichada y sin llantas,
aunque la Yanta no parara de llorar.
Y ni los oeils de boeuf hablaran ya con Vishnú
ni con cualquier (otro) elefante.
Ganesha, letrado sin habla, estaba al final.
Hoy, repentinamente, llueve el papel.

viernes, 7 de mayo de 2010

La muerte y sus alamedas

Retozando
Me pierdo entre dos aguas
Matices y muerte fundido y cran
Ya no encuentro ningún lugar hendido
En ningún lugar que espere ser algo más.
Me beberé esa planta
Si hace falta, si cabe, si acontece tras
La noche y la sed de seguir bebiendo, no más.
Las once primaveras son largas, largas, largas detrás
Y se prometen volver, las unas a las otras, continuar
Sin dar mucha más explicación que la del pie que se clava
Se hunde y se vuelve a desclavar.
Me tragaré este líquido
Este oro encadenado si me prestas tu risa
Tu espanto, tu cántico solar.
No me quedan cuentagotas salados, ni más graves
Ni más que hablar.
Desigualadas las aguas de este mar.
Se vuelven tersas las llanuras del barrio y se descubren
Nuevas las lunas de ese-algún lugar de-lado de-prima
Almidonado y más, santiguado, mugido y más
Y se me agolpan las canas-los-hilos-las muelas
Y el brindar de las últimas alamedas
De los terceros que copas vienen
Que espejos van.
Quién les prometió la muerte
De tanto retozar.

jueves, 6 de mayo de 2010

Las grutas son del pan

En una playa sin pasteles
con cuatro dinteles
—menos fiebre que un mes—
veinticuatro trenes.
En un semáforo sin pies
con tres conchas
—nada de espumas—
baratas después.
Te esperamos detrás del mantel
desayunando sin linternas
obedeciendo —sólo a veces—
a las lámparas que rigen el cielo desconchado
y sin mequetrefes.
Presumidos bocadillos de jazmín
y blancos-sonidos-blandos
rebanadas sin-sueño y sin-señor
mermelada de esparto deshecho en el barro de la descubierta.
Atornillados arrecifes sin manchas
se mueren después del bogavante
sin-espera y se encuentran
en la sala del después
detonados de márgenes sin-vuelta
se vuelan los sesos y los mismísimos pies
centelleando las nutrias vivas del compás-señal.
—Sumergidos dicen— las grutas son del pan.