viernes, 7 de mayo de 2010

La muerte y sus alamedas

Retozando
Me pierdo entre dos aguas
Matices y muerte fundido y cran
Ya no encuentro ningún lugar hendido
En ningún lugar que espere ser algo más.
Me beberé esa planta
Si hace falta, si cabe, si acontece tras
La noche y la sed de seguir bebiendo, no más.
Las once primaveras son largas, largas, largas detrás
Y se prometen volver, las unas a las otras, continuar
Sin dar mucha más explicación que la del pie que se clava
Se hunde y se vuelve a desclavar.
Me tragaré este líquido
Este oro encadenado si me prestas tu risa
Tu espanto, tu cántico solar.
No me quedan cuentagotas salados, ni más graves
Ni más que hablar.
Desigualadas las aguas de este mar.
Se vuelven tersas las llanuras del barrio y se descubren
Nuevas las lunas de ese-algún lugar de-lado de-prima
Almidonado y más, santiguado, mugido y más
Y se me agolpan las canas-los-hilos-las muelas
Y el brindar de las últimas alamedas
De los terceros que copas vienen
Que espejos van.
Quién les prometió la muerte
De tanto retozar.