jueves, 6 de mayo de 2010

Las grutas son del pan

En una playa sin pasteles
con cuatro dinteles
—menos fiebre que un mes—
veinticuatro trenes.
En un semáforo sin pies
con tres conchas
—nada de espumas—
baratas después.
Te esperamos detrás del mantel
desayunando sin linternas
obedeciendo —sólo a veces—
a las lámparas que rigen el cielo desconchado
y sin mequetrefes.
Presumidos bocadillos de jazmín
y blancos-sonidos-blandos
rebanadas sin-sueño y sin-señor
mermelada de esparto deshecho en el barro de la descubierta.
Atornillados arrecifes sin manchas
se mueren después del bogavante
sin-espera y se encuentran
en la sala del después
detonados de márgenes sin-vuelta
se vuelan los sesos y los mismísimos pies
centelleando las nutrias vivas del compás-señal.
—Sumergidos dicen— las grutas son del pan.