viernes, 13 de febrero de 2009

Volare

Hasta cuando se pierde la gravedad que se pierde si nos dejamos sentir el peso y cedemos, una vez más, a los menesteres rotundos de esta tierra santa. Y si silbamos aún, así como los lobos llaman al sultán de la manada. Si corremos y gritamos o cantamos sin más, ciento un vicios de la humanidad anclada, anclada en su propia causa de ser que vive y evoluciona. Y así perder, seguir perdiendo el peso de esta gravedad constante que nos lleva a seguir buscando ese contrabajo que se quedó en la sombra. Para salir.