jueves, 26 de febrero de 2009

Los siete magníficos (no más circo y pan)

Tenemos un arma afilada,
una arma de doble filo,
una arma que nos nace
del órgano central.
Desde este órgano
que late sin cese,
así como el mar,
podremos dibujar
las huellas en la tierra,
cavando hondo,
del principio
hasta el final.
Y encontraremos
un lugar
por el que luchar,
escudados hasta las tripas,
deseosos de ver,
de ver siempre más.
Ya nunca más
“hombres de hojalata”,
ya no más leones
que han perdido
una batalla más.
Nada de más,
nada de miedo,
nada más
de circo y pan.
Decidiremos,
esta vez,
uno a uno
y todos a la vez.
Regresaremos,
(vivos),
a ese lugar perdido
y (re)vuelto
por el que luchar.
Magníficamente unidos,
y resueltamente en paz.