martes, 17 de marzo de 2009

La antigua casa (o el nuevo entrar)

Y lo reconoceremos,
sin duda y desde lejos,
aprovechando nuestra
nueva percepción
y nuestros nuevos datos,
que aunque no lo parezca,
ya estan allí.
Quien sigue reticente,
intentará dar mil vueltas
antes de llegar,
o se quedará en casa,
en la antigua casa,
esa que nunca
se atrevió a cambiar.
Repintará sus paredes,
reubicará un jarrón,
se acomodará
en una nueva cama,
pero ya no saldrá.
Lo reconoceremos,
sin duda y desde lejos.
Y podremos decidir
si ha llegado el momento
de dejarle entrar.