miércoles, 4 de noviembre de 2009

Microrelatos de 151 palabras: Sebastópol

Cuatrocientos abrazadísimos y estrechados apretones sulfúricos. Inaugurando la escalinata del Sebastópol. Superamos vertiginosamente las idiosincrasias testarudas y las infinitas tarántulas del autocontrol. Aventurándonos descosidamente a la panacea de lametazos incandescentes y mordeduras imposibles. Amígdalas religiosas en el rez-de-chaussée. Precipitada y bochornosa generosidad. Pantalones y recovecos arremolinados. Agarrados sin conocimiento. Pasaporte primerizo a la intrepidez. Vaticinando lo insondable. Escudriñamos galerías portuarias. Cabalgamos infinitos laberintos de envergadura unicelular. Abrazadísimos y estrechados. Absolutamente hipnotizados por la naturaleza inalcanzable de la ensoñadísima concavidad. Enajenados a las posteriores lamentaciones, a los inevitables derrumbamientos de la infraestructura. Arrebujados y yuxtapuestos. Descerebrados sin acreditación. Mordeduras incandescentes. Luminiscencias varias. Reparaciones imposibles. A posteriori absolutamente amordazados. Sebastópol predecesor de galerías desertadas. Sebastópol antecesor de esdrújulas disonantes. Ralentizados sin-brújulas y sin concavidad. Apoltronados y estúpidos. Enamorados de la envergadura precipitándose. Acartonados en redundancias, navegantes sin tripulación. Transeúntes desmigajados, esmirriados polisíndetons de vertederos encontrados. Anonimato absoluto. Cabizbajos dibujamos cuatrocientos quilómetros out-of-control.