miércoles, 24 de septiembre de 2008

El agua del río, que fluye constantemente, jamás regresa a su fuente.



En el film “El Bosque del luto” de Naomi Kawase, el personaje de Shigeki le dice a Machiko: “El agua del río, que fluye constantemente, jamás regresa a su fuente”. Juntos, joven cuidadora y anciano, han iniciado un entrañable viaje hacia la muerte. Me pregunto si generalmente, deberemos salirnos de la carretera para emprender los auténticos viajes, esos que sin pretenderlo, nos llevan más allá de nosotros mismos y nos devuelven más dentro, más al fondo, y traspasamos la barrera de los desencadenamientos que nos dicen que ya no hay vuelta atrás. En ese punto del camino es cuando quizás descubramos que ya hemos vivido, que ya nos hemos mojado y dejado llevar por el inevitable fluir de la corriente. Este viaje existe porque hay una entrega, y una necesidad de satisfacer los deseos del otro hasta el final. También existe porque se genera una confianza mutua en el camino que no da lugar a dudas, ni a juicios morales. Están dispuestos a andar. Y a sufrir las consecuencias. Algo que logra esta historia es también, a mi parecer, dignificar la vejez, acompañando las últimas voluntades en vez de amontonarlas en un desguace de cuerpos caducos. Porque, dado que el camino es largo, mejor será caminarlo hasta el final. Y dado que la corriente nos lleva, será mejor no resistirse. Sólo así, llegaremos al mar.

Ariadna Salvador_2008