domingo, 16 de noviembre de 2008

Si el tiempo es una herramienta

El tiempo es una herramienta que nos ayuda a medir el lugar dónde estamos. De hecho, es una herramienta que nos ayuda a medirnos a nosotros mismos en primera instancia, y luego a relacionarnos con ese lugar que habitamos. El lugar y el cómo nos movemos por él es la pista que nos descifra el tiempo que recae en nosotros. Y el medidor de tiempo, ese instrumento que creamos a modo de bastón, nos ayuda y nos esclaviza a su misma vez. Podríamos decir que, de la misma forma que nos marca, que nos pauta, nos sirve de apoyo y nos facilita el camino, nos lo acota, nos estorba y nos lo estrecha hasta que el movimiento se vuelve descompasado y vulgar. Los marcadores de tiempo pueden a veces marcarnos tanto, (demasiado), que nos quiten su practicidad principal y nos vayan asfixiando, cordial y elegantemente, con ella. Esto suele pasar con todos los artilugios que creamos a modo de servidumbre o muleta de nuestra actividad diaria. Tan pronto los cogemos como acabamos dependiendo de ellos. Por ese motivo observo que realizar actividades que tengan en cuenta el cuerpo y el tiempo (sin objetos por en medio), así como la meditación o la danza, en las que debemos respirar y movernos siguiendo unas normas, jugando con el tiempo, otorga un mayor grado de libertad. Jugar con el tiempo y con cómo le afecta a nuestro organismo, hace que se vuelva menos pesado y que podamos burlarlo, librarnos de él con mayor facilidad. Si nos acostumbramos a ser reloj, a ser marcador con nuestro cuerpo, de una forma lúdica y disciplinada, descubriremos que no hay mejor herramienta que nosotros mismos. Y que si el tiempo es una herramienta, nuestro cuerpo es él mismo. Nuestro cuerpo es el tiempo.