miércoles, 12 de noviembre de 2008

Visitando el sonido del OjO de pez

Salimos perfilando las escamas de los bueyes
esos que no dicen nada pero sienten
viven y tienden sus redes de carne fuerte
de sangre caliente
de piel muy dura y vertida en llamas
de vOz con sonido y profundas llaves
de pocas angustias y muchas naves
que viajan por tierra y se quedan en clave
Salimos retumbando sirenas sin sOles
pero vienen los reyes y todo se lo comen
girando y girando hasta el andén infinito
ese que en el fondo no es más que un punto
dibujado en el centro de si mismo y tendido en el espacio
abierto pero preciso
suspendido, claro y necesario
para que exista el lugar en el que se ve acogido
a más de ciento ochenta grados
remendado desde la amplitud más generosa
de su nuevo ángulo –ese que nos trata de decir-
ese que nos trata de acercar las cosas que ya están cerca
pero vemos más seguras a través del OjO de aquel buey
que vive y nos baila, que cuenta y nos espera –en el andén-
de los náufragos terrestres, de los carniceros sin barco
de los bomberos que nunca consiguieron apagar ninguna sal