viernes, 3 de julio de 2009

La libertad de los pueblos en una esquina (ya no hay más que tres)

La libertad de los pueblos en una esquina. Porque se sienten caminar como una plancha delgada. Delgada como una onza de pan. Y necesitan tenedores para comerse más. Porque les faltan galones para soñar. Les faltan, miembros y estampas, bocinas y un collar. Les faltan súplicas enarboladas, rupestres y simples como un silbar. Les faltan, tenedores de plata, y muchos, muchos más. Comedores alzados en las estrellas, comedores con más de una receta que probar. Comedores y salas para hablar. Oficinas y talleres que no se vendan más. Jardines y trenes para soñar. Enarboladas banderas, chapitas que ya no vendan mucho más. Silencio, de estatua cruda, de esquina del revés. De universo que se muerde la cola, y se quita de en medio tras las tres. Porque se rasca sin prisa tras el rumor de la almohada, y se queda dormido si hace falta tras las tres. Porque ya no hay más prisa que valga, ya no hay más que tres.