martes, 22 de junio de 2010

"Negocios" (Movimientos de literatura erótica en 200 palabras)

La naturaleza de aquella cena se le presentó, al joven Howard, ciertamente sospechosa. Robert, su superior, lo había invitado dejando entrever, con un “te gustará”, que no aceptaba un “no” por respuesta. Supo entonces que era una de esas cosas “que tenía que hacer”. Pero hasta que no vio el “demasiado-pronunciado” escote de la sirvienta y sus labios “rojo-encendido-que-traspasan-la-frontera-del-recato”, la naturaleza de ese encuentro no se le reveló con precisión. El joven Howard observó al resto de comensales. Respiraban tensos y relajados a la vez, como esperando a que algo o alguien les rompiera el cascarón. Lo miraron fijamente. La sirvienta se le arrimó al hombro. Entonces supo, nuevamente, que volvía a haber otra cosa “que tenía que hacer”. Y sin pensarlo la agarró por detrás, metió sus manos por debajo del vestido, la inclinó sobre la mesa. Le untó el agujero con nata montada (no llevaba bragas), lo chupó. Luego se levantó, se bajó los pantalones y se la metió hasta que su delantera se meneó sobre la sopera una y otra vez mientras salpicaba, ligeramente, el cristal de las gafas de Robert. Había apretado el “on”. Había roto el cascarón. Los comensales se deshicieron sin tregua.