lunes, 20 de julio de 2009

Anotaciones sobre el hemisferio izquierdo (3)

Y precisamente porque lo informe es informe es difícil de asimilar por la cuadratura mental, y difícil de cambiar por ese énfasis de ángulos y rectas y hasta curvas perfectas. La formalidad de esos ángulos sería comparable a algo así como lo Apolíneo, y el amasijo cambiante de lo informe estaría más cerca de lo Dionisíaco. Sabemos que estos dos aspectos llevan ya largo tiempo confrontados, por no decir tanto tiempo como lleva el hombre en pie, este hombre de dos manos y dos pies, dos ojos y dos piernas dos brazos dos pulmones dos riñones dos ovarios dos testículos, una nalga partida en dos y en la cabeza un cerebro partido en dos. Claro sabemos que la lucha es evidente. Así la lucha como el amor. Pues o se ignoran o se aman eternamente. El hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. El izquierdo (así en lo lunar, así en lo femenino, así en lo rojo, así en Dionisio) tiene la particularidad de ser el que causa mayor desconfianza, precisamente porque su forma no es clara, a veces se esconde, y cambia a una regularidad constante. El hemisferio izquierdo es huidizo y se puede asociar a una fiera que domar. El hemisferio derecho siempre mantiene los rieles de su carro solar bien sujetos y lo dirige con mucha seguridad y buenos modales. Parece que uno intenta sabotear al otro, aunque en realidad sólo intentan simplemente existir, o cohabitar. Parece que la mala fama siempre es de lo que no se presenta como nada, parece que la mala fama está más cerca de lo que se acerca a la muerte simplemente por correr el riesgo de lo que supone vivir, parece que la mala fama siempre se la lleva el que apuesta ¿más fuerte? No sé decir si se trata de fuerza pero sí de valor. En realidad los dos son fuertes si se proponen un reto. Y se dan la mano cuando firman un contrato. Un contrato que supone asumir una cierta responsabilidad. Y eso está bien si no se queda sólo en Apolo, en la forma, sino mientras se es consciente de que dentro de esa forma hay un sinfín de informalidades y terremotos de lava latentes y que son aceptables, y que a raíz de ellos, la fisonomía del lugar, del contrato o del paisaje, puede y debe cambiar. Firmar este tipo de contratos significa ser consciente de la realidad, y aceptar que ni las personas ni los pájaros nacen para ser encerrados, sino que nacen para recorrer su camino informe.