martes, 26 de enero de 2010

Microrelatos de 151 palabras enmedio de un cadáver exquisito: Lady Marghal y el pozo de los deseos.

(…) un diván rojo. Quedan pocos minutos para que termine la sesión y yo pueda volver a colocarme las plumas y los colgantes baratos, los ligueros dados de sí y las lentejuelas sostenidas por el viejo corsé. Ya no me quedan ningunas ganas de dar concesiones ni asentimientos de cabeza, generosidades sin precio, sostenes fuera de lugar. —Déjame pasar. Tengo que ir al baño—. Mientras lo intento me sigue agarrando del muslo e insiste en alargar la sesión. —El tiempo es oro, nene—. Con el balconnet en una mano masculla “de eso ni hablar, baby, lo estamos pasando fenomenal”, y tras apurar las últimas gotas él me lanza una moneda desde el borde de la cama. — ¡Que no soy una hucha! — le suelto. A este borracho no lo aguantaría ni Lady Marghal. Pongo a M. por testigo que éste será el último. —Necesito un trago—. Y una chistera azul. (…)